Hemos pretendido utilizar este concepto porque lo que pretendemos es llevar a cabo el proyecto y ejecución de una vivienda que consuma significativamente menos que un CTE.
Hasta ahora se consideraba que los consumos de una vivienda no son controlables a priori, es decir, una vez que adquiero una vivienda pagó lo que la compañías suministradoras de energía me pidan,… si la factura es muy alta, y dependiendo a la renta disponible, se hacen políticas de ahorro caseras, como bajar la temperatura del termostato un par de grados, no enceder las luces,… y al final, con la subida de los costes de la energía descubro que pago más o menos lo mismo,… los más preocupados, deciden cambiarse a una caldera más eficiente, pero mantienen la misma instalación con las posibles pérdidas que puede conllevar,… pero lo que está claro, es que nadie se plantea pedir que su vivienda consuma muy poco, y que lo que vaya a consumir, se lo den como dato que puede afectar a su decisión de compra.
Si nos compramos un coche, que es una inversión 10 veces más económica, que una vivienda, nos recorremos todos los concesionarios, miramos datos técnicos: motor, prestaciones, cilindrada, mantenimientos, extras, emisiones de CO2,… y por supuesto, lo más importante consumos, casi nadie se compraría un coche que consumiera 14 litros, por lo que esto supone en su mantenimiento, sin embargo, cuando adquirimos una vivienda, tomamos la decisión en base a situación geografica, m2 de la vivienda, fachada del edificio,… ¿quién ha preguntado al promotor cuanto voy a pagar de consumo energético?, ¿cuánto va a consumir mi casa?.
Muy cierto es, que durante los últimos años, se ha gestado una gran desconfianza con respecto al sector inmobiliario, puesto que el papel todo lo sustenta, puede ser que las simulaciones iniciales, me reporten unos datos y que tras ejecutar la vivienda obtenga otros muy distintos, de aquí la importancia que en nuestro proyecto tiene la monitorización.
Ana Isabel Menéndez Suárez
EFINCO, S.L.